Desde que en 2011 D. Mariano Rajoy asumiera la jefatura del Gobierno, legitimado por la mayoría absoluta que le dieron los ciudadanos en la esperanza de que su gestión nos sacaría del tremendo precipicio en el que se encontraba nuestra economía; su gobierno, nos ha recortado las prestaciones y servicios públicos de que gozábamos, nos ha reducido los sueldos y subido los impuestos. Todo, en aras del equilibrio de las cuentas del Estado y reducción del déficit del Estado, pero sus logros distan mucho de conseguirlo.
Hoy, después de algo más de dos años, sus ministros y acólitos nos quieren vender la buena nueva de que España va bien, y estamos saliendo de la crisis; pero los datos parecen demostrar lo contrario evidenciando que los sacrificios que venimos soportando los ciudadanos son en vano. En realidad, lo que ocurre es que España no va bien, además de que así lo perciben sus ciudadanos, lo dicen los números de nuestra contabilidad nacional.
La gestión de Rajoy, a pesar de los sacrificios impuestos, no sólo no ha logrado reducir el famoso déficit de las arcas publicas; sino que ha aumentado la deuda pública del Estado, pasando en este periodo de los 592,1 millones de euros a los 826,5 millones (ver el artículo de El Confidencial El Estado se endeuda en otros 76.481 millones y desborda las previsiones.
Nuestro endeudamiento ronda un volumen que está o se acerca al 100% de nuestro PIB ¿Se imaginan a una familia que se endeuda en una situación como la actual en un volumen de dinero al equivalente al 100% de sus ingresos? ¿Imaginan cual será su destino en breve plazo? Pues a esto Rajoy, sus ministros y algunos de sus dirigentes y militantes regionales y locales le denominan estar en la rampa de salida. Será para llegar al infierno, digo yo.
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