Hace días que los lectores de este blog vienen acusando mi ausencia o mi silencio habitual, seguramente alguno se preguntara la causa de estos días de vacío. Es cierto les podría responder que ello se debe a las tareas profesionales que, en estos inicios de curso, agobian a todo docente. Podría igualmente explicar que otra serie de obligaciones personales y familiares me han tenido ocupado durante las últimas fechas. Sin embargo, las razones profundas de este silencio están en el horror al abismo.
Digo bien vértigo al abismo que contemplo frente a mí. Por no decir el cansancio, hastío, aburrimiento, tedio y fastidio que me produce hablar de cuanto sucede a nuestro alrededor, de la mediocridad de nuestros dirigentes, de la pasividad de nosotros mismos como ciudadanos que hemos permitido llegar hasta el punto que nos encontramos. Son muchos posts dedicados a la crisis, a la incompetencia de nuestros políticos, a la falta de perspectivas, al desaliento… Tantos que han ocasionado un hartazgo en mi ánimo, un deseo irrefrenable de dejarlo por unos días, tomar una bocanada de aire fresco, respirar profundo para coger aliento y volver a la carga contra tanto ni-ni incompetente, contra tanta pasividad, contra tanto silencio cómplice.
Es cierto, estoy cansado; pero no rendido y, mucho menos, muerto. Por tanto, volveremos a la carga.
Te entiendo, aunque te has dejado un escalón entra politicos y ciudadanos, los funcionarios de administración que siempre fueron mediocres y ahora encima, deprimidos; escalofriante.
Por cierto dime de donde tomas aire fresco, yo también necesito respirarlo.