Agricultura para jóvenes, una salida atrayente pero con ‘cuellos de botella’

El interés de los jóvenes por la agricultura o la ganadería ha aumentado en España, en gran parte a consecuencia de la crisis económica, pero el emprendedor rural encuentra obstáculos para su negocio, sobre todo financieros.

Las organizaciones agrarias (Asaja, COAG y UPA) coinciden en que hay “voluntad” de acometer esa aventura laboral, tal y como reflejan las solicitudes para las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC) a la incorporación juvenil al campo, pero los trámites y la falta de crédito frustran esos deseos.

Según una encuesta de la Comisión Europea (CE), los jóvenes agricultores españoles encuentran “más cuestiones problemáticas” y “cuellos de botella” que los de otros países.

El sondeo refleja inquietudes comunes en toda la Unión Europea (UE) como el acceso a la tierra para comprar o arrendar, el interés por la tecnología y, sobre todo, las ayudas, pero en el caso de España existe una mayor preocupación por la liquidez, la formación o por un buen uso de internet.

Fuentes de las citadas organizaciones agrarias han confirmado, en declaraciones a Efeagro, las dificultades financieras, e incluso han subrayado las desigualdades entre las autonomías.

Según la presidenta de Asaja-Joven, Paola del Castillo, “las cifras prueban que interés hay”, pero en algunas autonomías “hubo más solicitudes que presupuesto”.

En el anterior período presupuestario de la UE (2007-2013), se registraron 13.113 peticiones de nuevas incorporaciones a la agricultura, “unas 2.000 anuales, con una inversión media de 45.850 euros por joven”, según la organización agraria UPA.

En España, los menores de 35 años solamente están al frente de un 3,7% de las explotaciones, cifradas en 965.000, según datos de la oficina estadística comunitaria Eurostat de 2013.

Al hacer un retrato del productor joven, destaca su preparación -la UE les exige formación profesional o técnica para acceder a las ayudas-, así como su interés por integrar en su explotación nuevas tecnologías.

El coordinador de Juventudes Agrarias de COAG, Toño Romé, distingue tres perfiles: el productor que sigue la tradición familiar y siempre estuvo en el sector; el que -aunque procede de entorno agrícola- no tuvo como prioridad el campo, pero con el tiempo valoró “lo que tenía en casa”, y el ‘nuevo’.

El tercero correspondería a población “urbana”, con ideas “agroecológicas”, más “futuristas”, si bien alcanzan un alto grado de profesionalidad, según Romé, quien cultiva cereal en la provincia de Zaragoza y proviene de familia agrícola.

El técnico de UPA José Manuel Delgado cree que si un joven es nuevo en el campo lo tiene muy difícil, porque la inversión en una explotación es muy alta, aunque varía según sea “una nave avícola, una huerta” o tractores.

Entre las trabas resalta el acceso a la tierra, por el régimen de derechos que regula los pagos de la PAC como por los precios.

La gerente de la cooperativa valenciana hortofrutícola Unipro, Elena Villegas, explica que entre sus socios hay hijos de agricultores a los que su familia deja unas hectáreas, pero el coste del terreno es alto en su comarca (El Perelló), donde la hanegada (631 metros cuadrados) puede alcanzar 9.000 o 9.500 euros.

Villegas, que con 29 de años empieza desde cero en un puesto de una empresa agrícola, defiende que es “apasionante”, pues en este sector la “gente de tu alrededor te facilita la inmersión” con su experiencia; de los 84 socios de la cooperativa Unipro, 17 tienen menos de 41 años.

Al analizar la presencia femenina, la presidenta de Asaja-Joven -al frente de una explotación ganadera gaditana- apunta que el campo está aún muy “masculinizado” y hay que reforzar aún mucho el “empoderamiento” de la mujer.

La semana próxima, entre el 15 y 17 el V Foro Nacional de Desarrollo Rural en Zaragoza analizará en un congreso los retos de los jóvenes.