La Asociación de Teatro y Cultura Las Encebras hizo reír al público del Vico con “Melocotón en almíbar”

El objetivo de la organización, según su directora, Ana Tomás, es hacer reflexionar por el camino de la Cultura

M.J.H.

La Asociación de Teatro y Cultura de Las Encebras hizo reír al público del Teatro Vico con la representación de la obra “Melocotón en almíbar”, de Miguel Mihura.

Los siete actores y actrices que dieron vida a la obra han estado dirigidos, en esta ocasión, por Ana Tomás Herrero, más conocida por todos los jumillanos como Doña Anita, y también por la actriz Ana Molina. De esta forma, María José Hernández dio vida a Sor María, María Consuelo García, a Doña Pilar, José Miguel Sanz, a Suárez; Teresa López, a Carlos; Salvador Salinas, a Federico; Vanesa García, a Nuria; Rosa Espinosa, a Cosme; y también Tina Hernández, fue la encargada del sonido.

Por su parte, Ana Tomás Herrero ha señalado sobre esta representación: “Este pequeño, humilde grupo de actores, nos negamos a decir aficionados, porque no es verdad; hombres y mujeres, jóvenes y mayores que se han acercado a esta actividad humana: el Teatro, llenos de ilusión, esfuerzo, sintiéndose portadores, y a la vez transmisores de lo que el pueblo busca y manifiesta ante la vida: la pena, la alegría, el amor y la libertad. Han querido, ya desde aquella lejana fecha de sus comienzos (2004), arropados por el cariño y el aplauso de la aldeílla, Las Encebras, con su raído y escaso equipaje, hacer reír, divertir, que el público se sienta feliz, pero de manera principal, hacer reflexionar por el camino, a veces áspero e incomprendido, de la Cultura. Para ello, esta vez se han servido de la obra “Melocotón en almíbar”, de Miguel Mihura, autor que en su teatro materializa la ironía que pensamos viene a ser un pudor de la ternura junto con un humor desconcertante por lo insólito de los procedimientos. Ya el título es un ejemplo de lo absurdo de la comicidad, con el empleo de un lenguaje lleno de rupturas inesperadas de la lógica. Sus personajes, unos los ladrones, llenos de avaricia, engaño, desconfianza, agresividad; otros simplillos, buscando su propio provecho. La vecina pesada y práctica es una rápida pincelada lírica, el ansia de salir de aquella situación que la ahoga, la cerca. Nuria, sensible ante el llanto del niño, la música. Para todo girar en torno a la monja, símbolo de quien todo lo ve, lo conoce, difícil de engañarla, dando facilidad para la regeneración, no delata, sí acusa, sí alerta e inquieta las conciencias. Texto ágil, vivo, lleno de un fin abierto para que el espectador lo piense y ponga. Se cumple, ¡feliz casualidad!, este año justamente, el V Centenario del Nacimiento de la santa de Ávila, Teresa de Jesús, para cerrar la obra aprovechando sus palabras: “Quien a Dios tiene, nada le falta, solo Dios basta”.

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