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Hoy es Sábado 27 de Julio de 2024  |  

La tía trapera

 
 

Era una empresaria de aquellos tiempos en los que el ingenio y la creatividad eran capaces de hacer prodigios, sobre todo, los prodigios los hacían aquellos ancianos en unos tiempos en los que al parecer no existían las pensiones ni de la seguridad social ni ingresos de ninguna otra fuente.

¿Cómo sobrevivían los ancianos en aquellos tiempos? Pues los que tenían hijos cabía la posibilidad de que les dieran veinte duros al mes  cada hijo y mantenerse con eso, pero ¿y los que tenían uno o ninguno? ¿Qué recursos les quedaban? Ninguno tenía garantizada la subsistencia, pues los que tenían ocho o nueve hijos porque entonces se tenían muchos, la mayoría eran pobres y empezaban a decir, yo no puedo dar los mencionados veinte duros, yo tampoco, y al final no se los daba ninguno.

Los viejecitos trabajaban de pastores hasta que se morían, las viejecitas trabajaban de criadas, criaban gallinas, pollos  o conejos que luego vendían. Recuerdo a mi abuela con unas alpargatas viejas envueltas en el delantal y una azaeta. Al llegar a San Agustín se las cambiaba por las nuevas que había llevado hasta allí, y por las inmediaciones del “Prao” llenaba una saca de hierba para dar como comida a los conejos que criaba en el corral y luego vendía para comprar algo de “ropica” o hacer algún modesto “extra”, incluso comprar alguna papeleta de lotería, de la  que naturalmente jamás le toco premio alguno más allá del reintegro.

Al recordar lo de los alpargates me ha venido a la memoria aquel entrañable personaje jumillano que fue la tía trapera.

La conocíamos por la Tía Visitación, o la tía trapera, porque se dedicaba a recoger trapos y alpargates viejos, su reclamo comercial que ella misma emitía de viva voz era ¡Se compran trapos y alpargates viejos! Que para entonces ya se reciclaba, ó ¿Es que pensáis que esto del reciclaje se ha inventado ahora? Pues no, antaño también se hacía aunque no fuera para preservar el medio ambiente como lo hacemos hoy, que entonces el medio ambiente no estaba tan depauperado como ahora, que no todo iba a ser malo en aquella época.

Se servía la tía Visitación para llevar la mercancía de una chica, que en cierto modo la tenía empleada  ¡ay, no sé como decirlo para no ofender a nadie! Que no estaba bien del todo a nivel mental, y era la que cargaba con un saco donde se metían los trapos y alpargates que conseguían recaudar, la tía Visitación llevaba una cesta plana de mimbre, que a los niños de entonces  nos parecía inmensa, repleta de golosinas, chucherías y pequeños juguetes, que era lo que cambiaba por los trapos y alpargates viejos que le llevábamos y las madres no de muy buena gana accedían a desechar.

¡Cuantos alpargatazos (golpe dado con alpargate en determinado lugar del cuerpo, léase, el culete), nos costaba a algunos insistir a nuestras madres para que nos dieran algo para intercambiar con la tía trapera, y es que se aprovechaba todo, si una sábana se desechaba, se hacía una camisa para el marido, o unos pañuelos, o trapos para limpiar la mesa, entonces no existía tanto “Pret a porter” como hoy ni teníamos los multiprecios de los chinos instalados en las esquinas de nuestro pueblos.

Sin embargo, la tía trapera era todo corazón. Los niños la rodeábamos, su poder de convocatoria era enorme, tanto como su corazón, pues a veces regalaba chucherías a los niños, ¿lo hacía como regalo, o en plan promocional? Sea como fuere no pillábamos a menudo un chicle, ahora los hay de menta, fresa, anti caries, ¡como ha cambiado el tiempo!, pero sea como fuere, aquella generación aprendimos y fuimos testimonio de que se puede ser felices con tan poco o con algo tan sencillo como la ilusión que era capaz de crear entre los niños la tía Visitación con su cesta plana de mimbre en su recorrido de los domingos por la mañana desde el final del 4º Distrito, (actualmente pisos del MOPU) hasta la punta arriba de la calle de Lerma, donde ahora esta la fuente y un árbol.

Juan Castellanos Gómez

 
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4 Comentarios
  1. pandora dice:

    yo la recuerdo en la esquina del chorro, recuerdo ami abuela acer tiras de los trapos biejos y unirlas despues acia un hobillo una bola y eso lo vendia ala trapera al peso y nos daba una muñeca de trapo que al final acabo acindo mi abuela mucho mejor que la trapera que tiempos aquellosy cuantos recuerdos

  2. Ángela Guardiola J. dice:

    Yo no conocía la historia, (o al menos no la recuerdo), pero me ha impresionado. Gracias Juan por contarla, además, con esa forma maravillosa que tienes de escribir. Un beso.

  3. josefa dice:

    yo tanbien me acuerdo de todo eso que creemos tan lejano

  4. el menchero dice:

    gracias por que alguien se acuerde de la gente humilde

 
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