Cómo manejarnos con adolescentes

Jara Cuadrado

La adolescencia es una etapa que ya de por sí a los padres nos asusta, si le sumamos el constante cambio de la sociedad en la que vivimos, no es extraño que muchos progenitores se sientan desbordados a la hora de tratar con sus hijos adolescentes.

Lo primero que debemos saber es que la adolescencia es un período de continuo cambio tanto físico como psicológico, por lo que debemos aceptar los cambios de imagen de nuestros hijos. Ellos tratan de definir su imagen, a veces de una forma drástica, dejándonos muy claro que ya no son esos niños a los que podemos vestir a nuestro gusto. Es habitual que cambien de corte y color de pelo, se hagan un piercing y cambien su estilo de vestir. Pretenden construir una nueva imagen a su gusto, dejando atrás la estética aniñada del pasado. Los padres debemos respetar estos cambios en nuestros hijos, asumiendo que hay ciertas decisiones que deben tomar ellos solos.

En estas edades las amistades cobran una gran importancia, quieren pasar todo su tiempo con los amigos, renegando en ocasiones de los adultos. Nosotros debemos dejarles su espacio, dejándoles claro que estamos para ayudarle y aconsejarle con cualquier duda o problema que pueda surgirle.

Una buena comunicación en la familia es imprescindible para el buen desarrollo del púber, debemos mostrarnos accesibles, transmitiéndoles confianza sin ser autoritarios con ellos. Desde pequeños debemos tratar abiertamente determinados temas como el alcohol, el tabaco y las drogas, hablándoles claramente de los riesgos y peligros de su consumo. Recordar que la mejor prevención ante ciertas adicciones es una adecuada educación desde que son pequeños, ofreciéndoles una correcta información y explicándoles los pros y los contras de determinadas acciones y comportamientos.

Aunque nuestros hijos ya no sean unos niños necesitan normas y límites adecuados a su edad, tienen unas obligaciones que cumplir y unos horarios que deben respetar. Para que esto se lleve a cabo sin problemas en el hogar, la disciplina debe ser fundamental desde el nacimiento de los pequeños. Deben saber de antemano cuáles serán las sanciones o castigos en el caso de incumplir alguna norma, si quieren algún capricho o regalo dejarles claro que deben ganárselo con su comportamiento y en ningún caso exigirlo. Cuando apliquemos un castigo por un incumplimiento de reglas, debemos comunicárselo con un tono tranquilo y calmado, ya que mostrarnos irritados no nos beneficiará en nada.

A la hora de instalar ciertas normas como los horarios de llegada a casa, es conveniente negociarlos antes con el adolescente, escuchando su punto de vista y llegando a un acuerdo que contente a ambas partes. Si nuestro hijo comprueba que hemos tenido en cuenta su punto de vista para crear determinadas normas, las acatará mejor y las cuestionará menos que si por el contrario se las imponemos. Una vez que las normas y reglas han quedado claras debemos mantenerlas a rajatabla, manteniéndonos firmes y tajantes en nuestras decisiones. Ya que si finalmente cedemos ante el chantaje del adolescente, perderemos credibilidad en nuestras palabras y en el futuro será más difícil que el adolescente respete nuestras normas.

Consulta: C/ Príncipe Felipe, nº 4