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Hoy es Viernes 19 de Abril de 2024  |  

Un pueblo sin dignidad: “Tenemos cuanto merecemos”

 
 

dignidad

Un pueblo que pervierte las palabras más hermosas de su lengua hasta vaciarlas de todo contenido original, distorsionando su sentido para referirse a significantes cuyo significado es precisamente el contrario; es un pueblo que definitivamente ha perdido la dignidad.
Los males que nos aquejan en última instancia no son la crisis económica que atravesamos, ni la nefasta clase política que nos dirige, la gravedad de nuestra enfermedad está sin duda en la pérdida de nuestra dignidad. Dignidad que esta sociedad ha perdido en la vorágine del cambio que nos ha conducido a pensar que todo vale siempre que sea «políticamente correcto».
Lo políticamente correcto viene a ser una especie de mediocridad donde, al igual que el avestruz, escondemos la cabeza bajo el ala; admitiendo el pasteleo, el no llamar las cosas por su nombre, el buenísimo. Es el sacrosanto principio (que dicen heredamos de cuarenta años de dictadura), con el que nos advertían nuestras madres: «Hijo, no te metas en problemas»
No meterse en problemas significa mirar para otro lado, renunciar a la búsqueda de la verdad, a la justicia… A todo, en tal de seguir trepando o, en el más leve de los casos, a que nos dejen vivir tranquilos.
De este modo llamamos Paz a lo que sólo es un alto el fuego de criminales terroristas que han dejado de matar simplemente porque les conviene, pues han conseguido lo que buscaban. Nuestros dirigentes políticos, los de antes y los de ahora, hacen toda clase de concesiones, miran para otro lado excusándose en sentencias judiciales; da igual que se trate del un Tribunal Europeo (caso de excarcelaciones por la doctrina Parot), del Constitucional Español (caso de la legalización de Amaiur), o de un juzgado ordinario (decisión de libertad para Bolinaga). Nuestros políticos no hacen nada, salvo respetar las decisiones de los tribunales, respetar la legalidad. ¿Qué bonito sería si ellos no hicieran las leyes, si éstas se basaran en los principios éticos básicos de la dignidad humana, si los políticos y sus políticas de conveniencia no designasen a los jueces que interpretan y se sientan en los tribunales.
Cuando la Justicia y las Leyes se convierten en el aparato legitimador de políticas convenientes a los intereses electorales bastardos de los partidos políticos ambas palabras Ley y Justicia pierden todo su significado. Cuando un pueblo admite como paz lo que hoy ocurre con ETA, es que ha perdido la noción de las cosas. ¿Cuándo hubo una guerra? ¿Acaso asistimos alguna vez a algo distinto a que un grupo de asesinos mataran a ciudadanos indefensos de toda condición para imponer su visión de las cosas? ¿Si es paz, si hubo guerra, cuándo se rindieron? ¿Qué clase de paz es esta si ellos todavía conservan la pistola bajo el cinto? ¿Qué clase de perdón puede haber si los verdugos nunca mostraron arrepentimiento?¿Por qué llamamos paz a una tregua amenazada y vigilada por sus pistolas?.
Ignoro si este Gobierno de ineptos, sigue la hoja de ruta de Zapatero, pero estoy convencido una cosa, como Gobierno, como Estado, ha claudicado al igual que lo hace el pueblo que gobierna. Un pueblo que ante el horror de la sangre inocente mira para otra parte en tal de vivir tranquilo. Para llegar hasta aquí, para ver a los asesinos y sus cómplices sentarse impunemente en los ayuntamientos e instituciones… para eso nos podríamos haber ahorrado más de un millar y medio de víctimas inocentes.
Estoy con Rubén Múgica (@rubenmugica), cuando al cumplirse los 18 años del asesinato de su padre afirma que no podemos tolerar que la verdad del dolor sufrido la cuenten quienes la causaron con la fuerza de las armas, habrá Paz cuando el Estado doblegue a esta banda de asesinos, no pasteleando treguas a cambio de concesiones. Si así lo hiciéramos, cuanto construyamos sobre ello será tan falso como el llamar la noche al día.
Si pisoteamos los valores de la dignidad humana más básicos, si damos la espalda en esto ¿a cuántas cosas se la damos en el vivir diario? Somos un pueblo que poco a poco hemos perdido todo ápice de dignidad, eso sí nos consideramos muy correctos, dialogantes y pacíficos, pues aquí todo vale en tal de que no perturbe nuestra tranquilidad y nuestra conciencia. Sólo el grupo de los oportunistas que medran y trepan en esta atmósfera de ignominia, la casta política, se nos antoja despreciable; pero olvidamos que el caldo de cultivo, la atmósfera que les permite hacerlo la hemos generado todos nosotros, un pueblo sin dignidad.

 
Un pueblo sin dignidad: “Tenemos cuanto merecemos”
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Plácido Guardiola (El Rendrijero)

 
 
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