D.Jerónimo Molina recibirá el homenaje de la cultura jumillana

El próximo viernes día 28, a partir de las 20,30 horas en la Sala de Exposiciones del Museo de Etnografía y Ciencias de la Naturaleza, se va a inaugurar una exposición conmemorativa del 100 Aniversario del nacimiento de D. Jerónimo Molina, primer director y fundador del Museo Municipal, también se inaugurará un busto que se realizó en su memoria.

Vida y Obra de D. Jerónimo Molina

La historia reciente de Jumilla está entrañablemente unida a la figura de Jerónimo Molina García, por haber dedicado gran parte de su vida a la recuperación, estudio y conservación del rico patrimonio cultural del municipio, para que los jumillanos  valoraran y estuvieran orgullosos de su legado histórico.

Había nacido Jerónimo Molina el 9 de septiembre de 1911 en Jumilla, en la calle del Olmo (ahora Dionisio Guardiola), esquina con la antigua carretera a la altura del jardín del Rey Don Pedro. Su infancia en esta casa jumillana transcurre con los de largas temporadas en Los Álamos, la finca que sus padres, Pepe y María, y allí pasaba el verano con sus  padres y hermanos: Juan, Pepe Luis, Jerónimo,  Modesto y Concha.

Cuando tenía tres años se vio afectado por una epidemia de poliomielitis  que le dejó como secuela la paralización del brazo y mano derechos. Esta minusvalía, lejos de ser un inconveniente para su desarrollo  emocional y capacidad manual, se convirtió  en un estímulo para ingeniar estrategias y habilidades, tanto que una de sus primeras aficiones de juventud fue construir maquetas de barcos. El mismo fabricaba todas las piezas, desde el casco a las poleas, ancla, cadenas, cordelaje, etc..

Realiza estudios en  Jumilla y en Murcia de Comercio y Magisterio, eligió la profesión de maestro e ingresó, por oposición, en el cuerpo del Magisterio español con diferentes destinos en las provincias de Murcia y Albacete.

Por esos años conoce a la que sería su mujer, Carmen Grande Herrero. Con ella contrae matrimonio en l945 y se trasladan a vivir a Hellín donde tenía su plaza de maestro nacional,  más tarde a Ojós y por fin, en l948, consigue destino definitivo en Jumilla. Ya habían nacido, por entonces, dos hijas, María de la Concepción  (María) y Carmen, y poco después Pepa y Mª Asunción (llamada familiarmente Mima).

La  primera escuela en Jumilla estaba en la Acerica, en el primer distrito, cerca de la subida al Castillo, y pronto pasó a la Plaza de Arriba, al antiguo Concejo, donde se aloja actualmente el Museo Arqueológico Municipal “Jerónimo Molina”. Su aula ocupaba la planta noble, con las tres ventanas de la fachada principal, mientras que en la planta baja  estaba la escuela de niñas y en la parte trasera y galería superior la cárcel.

Su escuela parecía un  museo vivo. Sobre las pizarras que forraban la parte baja de las paredes, habían estanterías llenas de minerales, fósiles y restos arqueológicos recogidos en superficie y colocados en paneles, que los chicos mayores aprendían a clasificar y a interpretar.

Su vocación de arqueólogo estuvo determinada por varias circunstancias. La primera, la fascinación  que sintió siempre por las teorías evolucionistas sobre el origen del hombre y el modo de vida durante la prehistoria. La segunda y decisiva fue la minuciosa lectura de la Historia de Jumilla de Juan Lozano y Santa. La tentadora idea de comprobar las afirmaciones del canónigo Lozano le llevó a buscar en archivos topónimos desaparecidos y a rastrear posibles emplazamientos, redescubriendo yacimientos tan importantes como el poblado ibérico de Coimbra del Barranco Ancho o la villa romana de Los Cipreses.

También fue decisivo el asesoramiento y apoyo de don Cayetano de Mergelina, que por los años cincuenta dirigía del departamento de Arqueología de la Universidad de Murcia.  A propuesta suya y en reconocimiento a los méritos de J. Molina, fue nombrado delegado local de excavaciones arqueológicas de Jumilla por la dirección general de Bellas Artes en 1956. Fue el profesor Mergelina quien le animó a participar en reuniones y campañas de excavaciones  donde conoce a  grandes especialistas de la arqueología en ese momento, como Martín Almagro, Luis Pericot, Gratiniano Nieto o Eduardo Ripoll, que luego sería director del Museo Arqueológico de Madrid y prologaría la segunda Carta Arqueológica de Jumilla.

Posteriores trabajos de campo llevados a cabo por J. Molina con la ayuda de incondicionales colaboradores, entre ellos los actuales directores del Museo Arqueológico y del Museo Etnográfico, Emiliano Hernández y Cayetano Herrero, respectivamente, dieron como resultado la localización de cuarenta nuevos yacimientos. A esto se suma un mejor conocimiento de otros ya detectados, gracias a las campañas de excavaciones que se van llevando a cabo por el departamento de Arqueología de la Universidad de Murcia, dirigidas por la profesora doña Ana Mª Muñoz Amilibia, en el poblado y necrópolis de Coimbra del Barranco Ancho, y de los profesores Lillo y  Walker en El Prado. Fue necesaria, por tanto, la publicación de una segunda Carta Arqueológica que recogiera los nuevos descubrimientos realizados de 1973 a 1990.

Otros trabajos de investigación  de carácter monográfico habían ido apareciendo en prestigiosas revistas especializadas,  sobre objetos o yacimientos locales de particular interés (Los Cipreses, Coimbra del Barranco Ancho, La Calesica, Cueva de Pino, La Fuente principal de Jumilla; la expansión argárica a través del Altiplano, la “jumillita” en la cerámica eneolítica,  el embudo ibérico para la miel, etc.). Algunas investigaciones rebasaban los límites del municipio, como el de los ídolos naturales en piedra o los petroglifos, escutiforme y podomorfos humanos de Yecla. Su último artículo “Un habitáculo eventual en el ámbito rural jumillense: el cuco” estaba  preparado para presentarlo en un congreso de Etnología sobre construcciones rurales, celebrado unos días después de su muerte en el País Vasco;  fue publicado en el nº 1 de la Revista Murciana de Antropología.

Con la incorporación de Jerónimo Molina al Ayuntamiento de Jumilla, en los años 60, como concejal, intenta hacer comprender que la riqueza arqueológica constituía un bien común de la población haría necesario salvaguardar y exponer al público tan rico bagaje cultural. Como persona adelantada a su tiempo, sintió D. Jerónimo la necesidad de creación del Museo Municipal, acordado en el pleno del Ayuntamiento de 19 de Enero de 1956 y se nombra a Jerónimo Molina como su primer director honorífico, convirtiéndose en el tercer museo de la provincia, después de Murcia capital y Cartagena. Para ello se destina una pequeña aula del Instituto Laboral “Arzobispo Lozano”, y dos años después el 18 de Julio de 1958 se inaugura el Museo Municipal, con la presencia del entonces Alcalde D. Juan Martínez.

Allí permaneció hasta finales de 1969 en que se traslada a la casona de la Plaza de la Constitución, que es comprada por el Ayuntamiento para fines culturales, abriendo sus puertas al publico en los primeros días de 1970 en dos pequeñas dependencias de la planta baja, en la que instaló en una los mosaicos procedentes de la villa romana de Los Cipreses y en la otra las cuatro vitrinas existentes.

Desde aquel  inicio el objetivo de D. Jerónimo fue recuperar para museo todo el edificio. A propuesta de los profesores de E.G.B. y asociaciones culturales, se solicita al Ayuntamiento que el Museo Municipal lleve el nombre de Jerónimo Molina. Al año siguiente el Ayuntamiento acuerda con fecha 4 de Abril, que todo el edificio sea destinado a Museo Municipal. Por fin en 1980 el Museo abrió su horizonte y se crearon las Secciones de Etnografía, Ciencias de la Naturaleza y Arte Religioso. Una vez más Jerónimo Molina se adelanta al presente y piensa que, en un futuro muy inmediato, el inmenso patrimonio etnográfico va a desaparecer, Jerónimo Molina emprende una carrera de recuperación de material etnográfico por todo el término municipal. Rápidamente y gracias a las generosas aportaciones se llenaron las salas vacantes configurándose  la Sección de Etnografía, que estaba integrada por los Museos del Campo, del Vino y del Esparto y otros oficios artesanos, principalmente, ocupando el 90% de esa primera planta.

En una pequeña sala de la primera planta, y en, según palabras de D. Jerónimo, en una “modesta e inadecuada exposición”, con solamente dos vitrinas, por llamarles de alguna manera, nació la Sección de Ciencias de la Naturaleza. En una de esas vitrinas se instaló una colección de minerales, catalogados en su día por la hija de D. Jerónimo Mª. Asunción Molina Grande, muchos de ellos procedentes del desaparecido Colegio de San Francisco, años después enriquecida con la aportación de parte de la colección de Ángel Francisco Cutillas. La otra vitrina estaba dedicada a los fósiles de nuestro termino municipal, aunque poco a poco también se fue ampliando con fósiles de otros puntos de España y así nació la sección de Paleontología del Museo que, volviendo a las palabras de D. Jerónimo, “la meta propuesta para esta Sección es la de conseguir un muestrario exhaustivo , con carácter monográfico de la geología” , lo que se ha logrado gracias a la donación de D. Sebastián Martinez y los nuevos yacimientos de huellas y huesos del terciario, que han lanzado al museo a las primeras referencias nacionales.

En agosto de 1982 se abre al público la Colección de Farmacia, de su hermano Juan Molina, en una sala que recoge el mobiliario de tres farmacias: la más antigua con una cajonera del siglo XVIII, otra del siglo XIX, y la tercera comprada por D. Juan, de principios del siglo XX. La mayoría de los tarros y botamen de la farmacia es mucho más antiguo pues la mayor parte pertenece a los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, adquiridos por D. Juan, los más antiguos, en tiendas de antigüedades y chamarileros. La entrega al Museo por parte de de este farmacéutico jumillano obedeció, principalmente, a su empeño de enriquecer los fondos museográficos con esa valiosa colección y dejar constancia del bello patrimonio histórico-artístico de nuestras antiguas farmacias.

El 2 de diciembre de 2001, se traslada la sección de Arqueología al renovado edificio del antiguo Palacio del Concejo, con lo que podemos decir que volvió a sus orígenes de la antigua escuela de D. Jerónimo, cosa que él ya no vio, pero que a buen seguro le habría agradado, por el recuerdo de tiempos pasados como maestro en esas mismas dependencias, y  por el nuevo y esplendido museo  que es en la actualidad

Por último manifestar que la labor de Jerónimo Molina se ha perpetuado en el tiempo, celebrando en estos días su 100 aniversario de su nacimiento y el 55 de la fundación del Museo, que con aquellas cuatro primeras vitrinas depositara las primeras vasijas de Coimbra del Barranco Ancho, se ha cumplido su deseo de albergar, con el paso del tiempo, el rico patrimonio que él auguraba para Jumilla, una vez explorado su término municipal, arqueológicamente, etnográficamente y geológicamente.