Destapando a Bartolomé Medina

Bartolomé Medina Abellán nació en Jumilla, en el barrio de San Antón, y, desde entonces, toda su vida se ha desarrollado en nuestra localidad, exceptuando la época en la que se marchó a Granada para cursar sus estudios de Bellas Artes. Medina ha sido galardonado con varios premios de fotografía, entre ellos, el tercer premio en las ediciones XXVIII y XXXIII del concurso de fotografía de Semana Santa “Luis Canicio” o, el segundo premio en la octava edición del concurso de fotografía “Francisco Baños”. Actualmente es profesor en el instituto jumillano Arzobispo Lozano, además de un gran artista.

Cuéntanos Bartolo, ¿tus padres también tienen raíces jumillanas?

Sí, sí, sí, mis padres son de aquí los dos. Por motes mi madre es Felicia, la Socarra, y mi padre tenía un nombre curioso, se llamaba Rómulo, solo había tres en jumilla, a día de hoy solo quedan dos, todos familia y, por mote, él es conocido por ser de los Calma.

Y, ¿sabes cuál es el motivo de los motes?

Pues, los Socarra, por lo visto, es porque un bisabuelo mío o un tatarabuelo, no sé, se puso a hacer una gachamiga y la socarró, es decir, la quemó. Entonces, de ahí se le quedó (risas). Muchas veces los motes vienen de las cosas más tontas… Y el de mi padre no sé de dónde viene, supongo que eran muy tranquilos.

¿Tu familia siempre ha apoyado tu vocación?

No…cuando termine mis estudios en el Arzobispo Lozano estuve un año, el año en el que más he aprendido en mi vida, convenciendo a mi familia de que con el oficio de artista también se podía vivir; durante eso año conocí a Gregorio Ortigosa, que sería como mi segundo padre, un hombre que se atrevió a apostar por mí cuando eran tiempos complicados para convencer a una familia de que ese oficio funcionaba y de que yo servía para eso.

¿Cómo sentiste la llamada del arte?

Pues de una forma muy anecdótica…cuando tenía 13 o 14 años, mi madre tenía en la cocina una chimenea, y ella sentía que esa chimenea le afeaba la cocina, que estaba muy negra del hollín y, bueno, me dijo: «Nene, pues podías hacerme aquí un cuadro o algo para tapar la chimenea esta», y yo cogí y me puse, compré óleos y los mezclaba con agua y, claro, el óleo mezclado con agua…eso es imposible, no tiene cabida, me di cuenta de que no había manera y dije: «Pues nada, lo pinto como salga del tubo»…todavía se conserva por ahí un trozo de cuadro…y, a pesar de todas las carestías de aquella especie de obra que yo intenté hacer, pues aquello me picó, empecé y aquí sigo.

Y, a partir de ahí, ¿es la pintura, el dibujo, lo que a ti te llama? ¿O es la escultura? ¿Cómo vas evolucionando en gustos?

Yo siempre he dicho que la escultura es mi vocación perdida, porque para dedicarte a la escultura se necesita un estudio muy bien montado, mucho tiempo…yo soy escultor, pero…dominguero.

Entonces, si tienes que decir cuál es tu profesión, ¿qué dirías?

Mi profesión es profesor, aunque también pinto los encargos que me hacen y alguna cosita…podríamos decir que soy un artista multidisciplinar.

¿Cuál es tu técnica prioritaria en la pintura?

A mí me gusta mucho la acuarela, sobre todo el óleo, porque es una técnica que puedes usar de formas muy distintas, la puedes usar como el propio óleo, la puedes usar acuarelada, puedes hacer empaste, puedes trabajarlo de muchas formas. Siempre se dice que la acuarela es una actividad más difícil, porque es más exigente, por el tema de que no te puedes equivocar y todo eso, pero a mí me gusta bastante.

¿Algún recuerdo especial con algún profesor en tu época de la universidad en Granada?

Tengo muchos, sí… mis dos mentores principales fueron Alfonso Masó y Ricardo Marín, de hecho Ricardo Marín, que fue decano en los años que yo estuve, me hizo vicedecano, y, hombre, fue como Gregorio Ortigosa, otro mentor para mí; y luego, Alfonso Masó también fue bastante importante para mí, Ricardo era de “Didáctica de la expresión plástica” y Alfonso Masó de “Escultura”.

Y, ¿cómo la conoces? Porque estás estudiando en Granada, ¿ya la conocías de antes, de cuando eráis jovencillos?

No, la conocí mientras estaba haciendo los cursos de doctorado, porque yo venía más frecuentemente que cuando estaba haciendo la carrera en sí, y la conocí casualmente a través de un amigo común, ella estaba haciendo ya sustituciones en Albacete y, bueno, pues ahí todas esas cosas que pasan…

¿Cuál es la clase que tú das en el Instituto? ¿Das clase de dibujo?

Bueno, yo doy de todo, aunque sí que es cierto que estoy más especializado en el mundo audiovisual: cine, fotografía, televisión, etc., todo ese tipo de saberes.

Pues cuéntame un poquito de tu blog llamado La Amalgama.

Bueno, pues es un proyecto en el que ahora mismo estoy entrando menos de lo que me gustaría, no por eso está abandonado…y, básicamente, lo que yo empecé a elucubrar con ese blog era ver la realidad desde un punto de vista a la vez poético, filosófico y realista, es decir, precisamente una amalgama de discursos de forma que no dejara las cosas muy de columnista, o no hiciera un análisis político social claro, sino intentar darle una patina literaria, poética, a esa prosa más concreta, entonces, cuesta hacerlo, pero mi idea en ese blog es mantenerme un poco en los márgenes.

Creo que tu primera exposición de pintura al óleo fue con 17 años. ¿Cuántos cuadros expusiste?

Sí, a los 17; fue en la, ya añorada, sala de exposiciones de la CAM, que ahí sigue cerrada… y, no sé si fueron veintitantos cuadros y, ¡vendí cinco! Fue allí un poco dónde mi familia dijo: «Madre mía este muchachico…si me ha aparecido aquí media Jumilla», porque yo estaba en 3º de COU y había invitado al instituto y, claro, yo me esperaba a la familia y poco más, pero de pronto apareció un “puñao” de gente y mi familia empezó a ver que aquello tenía futuro.

TOP 3 DE BARTOLOMÉ MEDINA

Un libro… El mundo de ayer – Stefan Zweig

Una curiosidad… Bartolomé es un buscador de sitios solitarios, de “no lugares”, como él los llama

Un sitio para viajar… España, ya que, es un país infinito, dónde siempre tienes algo nuevo que descubrir.