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Santo Entierro, una procesión con misticismo
¡Jesús ha muerto clavado en la cruz, se ha sacrificado por nosotros!
La procesión del Santo Entierro cuyo origen se remonta a 1609 cuando se fundó la Cofradía del Rosario, más antigua incluso que la de la Vera-Cruz, aunque tal vez la Cofradía del Rosario realizase algún acto de estas características en los atardeceres de Viernes Santo durante los siglos XV y XVI.
Viernes Santo por la noche, la máxima solemnidad, belleza y espiritualidad que un desfile procesional puede llegar a inspirar se alcanza en esta procesión que conmemora el entierro del Señor.
Desde que comienza con el paso del Cristo de la Expiración hasta que al final de la misma multitud de fieles acompañan a la Virgen de la Soledad portando cirios en las manos, algunos descalzos, como queriendo emitir un silencioso grito que exprese que María en esa noche –ni en ninguna otra- estará sola, mientras sus hijos jumillanos la queramos como la queremos y podamos seguirla o acompañarla conde quiera que vaya.
Y son los poetas jumillanos quienes mejor saben expresar el sentimiento de nuestra Semana Santa:
La noche de Viernes Santo
aún tan llena de amargura
tiene un singular encanto
de misticismo y ternura.
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