La Plataforma de “La Cuenca del Segura Libre de Fracking” informa de los peligros que puede tener la fractura hidráulica en nuestra región

El pasado viernes tenía lugar una charla organizada por la Asociación Naturalista STIPA para dar a conocer los efectos de la Fractura Hidráulica, conocida como Fracking, ya que en se ha aprobado diversos proyectos que permitirían la realización de esta práctica en diferentes zonas de la Región de Murcia, entre ellas, Jumilla.

Para ello, José Antonio Herrera, de la Plataforma “La cuenca del Segura Libre de Fracking”, explicó paso a paso cómo se lleva a cabo esta técnica de extracción de gas no convencional mediante fractura hidráulica y cuáles son las consecuencias negativas que puede tener, de acuerdo con las que ya se han originado en lugares donde se ha realizado el fracking, como en Estados Unidos.

Además, también explicó la situación en la que se hallan actualmente los proyectos aprobados para realizar esta técnica en la Cuenca del Segura, que afectan a comarcas como el altiplano, el noroeste o la vega alta.

De estos proyectos presentados para la realización de fracking en la cuenca del segura, hay 4 aprobados: Aries I, Aries II, Leo y Escorpio; y uno pendiente de aprobación, Acuario. Entre todos estos proyectos suman un total de 290.000 hectáreas en los que se podría llevar a cabo esta técnica. Además, cabe destacar la falta de transparencia a la hora de presentar estos proyectos, ya que en ellos nunca aparecen los términos “fracking”, “fractura hidráulica”, “gas no convencional” o “gas de esquisto”.

Por otra parte, aunque los proyectos aprobados sean sólo de “investigación”, en algunos de ellos se explica que a partir del segundo o tercer año ya se podrían llevar a cabo las perforaciones.

Entre sus principales riesgos se encuentran la contaminación de acuíferos y aguas superficiales, la contaminación del aire, el riesgo sísmico, el problema con la gestión de residuos que genera y otros impactos como ruidos, paisaje o elevado consumo de agua.

Para entender el por qué de estos riesgos es necesario saber que la fractura hidráulica consiste la inyección a gran profundidad de un enorme volumen de agua con aditivos químicos y arena, con el objetivo de fracturar pizarras o esquistos que contienen gas natural.

Para ello, se perforan pozos a más de 2.000 metros de profundidad, prolongados horizontalmente. El gas liberado se recupera, mientras que los residuos de la operación (los lodos de perforación y la mayor parte del líquido tóxico que retorna a la superficie) se almacenan en balsas al aire libre, desde donde se transportarán en camiones hasta plantas de tratamiento.

El fluido inyectado para fracturar la roca contiene sustancias tóxicas, alergénicas, mutagénicas y cancerígenas. Además, puede arrastrar al exterior metales pesados extremadamente tóxicos y elementos radiactivos presentes en las capas profundas del subsuelo.

Estos contaminantes pueden pasar a las aguas superficiales y subterráneas, contaminando reservas fundamentales de agua dulce por diversas vías: Fugas al acuífero por fallos en la cementación de los pozos o el deterioro de su revestimiento; fugas en profundidad a través de las fracturas; vertidos en las balsas o tanque de almacenamiento de residuos; fugas en tuberías o canalizaciones o pérdidas en los camiones que transportan los compuestos tóxicos y los residuos.

El propio gas natural liberado, compuesto principalmente por metano, puede pasar a las aguas subterráneas, como se ha podido comprobar en numerosos lugares en Estados Unidos, donde se ha llegado a hacer inflamable el agua del grifo.

Los terrenos de baja intensidad asociados a la fractura hidráulica pueden agravar problemas de fugas y de contaminación. También se producen emisiones a la atmósfera de compuestos volátiles tóxicos, principalmente desde las balsas de almacenamiento.

La explotación de un yacimiento de este tipo requiere múltiples perforaciones relativamente próximas, con plataformas que pueden ocupar varias hectáreas de terreno. A esto hay que sumar las infraestructuras necesarias para la actividad, y el constante trasiego de camiones en algunas fases de la explotación. Ello supone una gran alteración del paisaje, ocupación del suelo y daños a los ecosistemas, representando una amenaza para las actividades tradicionales de un territorio.

Desde la Plataforma “La Cuenca del Segura Libre de Fracking” recomiendan, para evitar que en nuestra región se lleven a cabo estas perjudiciales prácticas, obtener información al respecto y difundirla como una amenaza real, así como agruparse y unirse en torno a plataformas ciudadanas que permitan que el movimiento ciudadano tenga fuerza para decir “No” al Fracking. De hecho, en algunos territorios de nuestro país, ese movimiento ciudadano ha tenido y tiene bastante fuerza, como en Cantabria, La Rioja o Navarra, donde se ha conseguido que en el ámbito político se apruebe una ley regional que prohíbe el fracking en su territorio.